La primera vez que conocí a Jorge Ruíz Dueñas, yo tenía 16 años, y estaba fascinado por haber descubierto el mundo de la poesía. Fue ahí cuando por primera vez escuche la palabrá SARAVÁ. Un saludo de buena suerte, buenaventura, una palabra portuguesa que resume nuestro "vaya con Dios".
Ahora que terminan las Olimpiadas, me queda esta nostalgia, Saudade, por el fin de un evento mundial tan importante que une, rompe fronteras y reconoce con una medalla el esfuerzo, la disciplina y la dedicación. Es difícil decir que se tuvo solamente "suerte" cuando compites contra los mejores.
Las Olimpiadas son una tregua mundial, un lienzo de paz y tranquilidad en las noticias internacionales, historias de pasión y crecimiento personal que inspiran a ser mejores personas. Ahora que pienso en esa nostalgia, trato de no sentir Saudade, pienso en Tokyo y le digo a mis emociones, Saravá.
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