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"Jóvenes, no se queden a la orilla" Esas fueron las últimas palabras de mi maestra en su último dia de clases, no hubo discursos elocuentes, solo esas palabras llanas con los ojos hechos agua y una voz trémula que se apresuró a salir del salón.
Era el año 2000, aquel de las tragedias y el apocalipsis global. Ese año donde no tenia caso seguir aprendiendo porque el mundo se acabaría. Pero no pasó nada, y el salario mínimo siguió siendo mínimo, la violencia se apoderó de la ciudad y todos en el salón empezamos a decidir sobre el futuro profesional.
En mi primer empleo, siempre tuve la sensación de estar perdiendo el tiempo, y era como si cuerpo estuviera en un lugar y mi mente en otro, recordando las palabras de esa maestra, y ahí sentado por seis horas diarias, tratando de vender productos por teléfono que muchas veces serían inútiles para los clientes, me sentía a la orilla.
Era todavia un estudiante, pero parecía que mi lugar en la cadena productiva era ser un "engrane" y no Linchpin de los que habla a Seth Godin. Un Linchpin, es esa pequeña pieza que mantiene la rueda girando, la indispensable, la única, la diferente. El primer capítulo de Linchpin me hizo rodar lágrimas gruesas al momento de leerlo, alguien más sabía como me sentía, alguién más allá afuera entendía mis emociones y la orilla a la que estaba siendo empujado.
Todo cobró sentido en ese momento y desde entonces cada dia hay una prisa en mí, una urgencia de quedarme vacío y cansado, de poder comprender mi función en esta vida. Hoy, despues de años de haberme encontrado ese libro, me doy cuenta que la validación de haberme convertido en un Linchpin no va a venir de premios, reconocimientos o grados académicos, es una carrera personal de fondo no de velocidad que un día poco a poco nos mostrará la meta.
Todo cobró sentido en ese momento y desde entonces cada dia hay una prisa en mí, una urgencia de quedarme vacío y cansado, de poder comprender mi función en esta vida. Hoy, despues de años de haberme encontrado ese libro, me doy cuenta que la validación de haberme convertido en un Linchpin no va a venir de premios, reconocimientos o grados académicos, es una carrera personal de fondo no de velocidad que un día poco a poco nos mostrará la meta.
Veo Linchpins que todos los días se levantan de su cama, se ponen su uniforme de trabajo encima del otro, el que se ha quedado en la piel para siempre, el de ser papás y mamás y de muchas personas que sin tener ese nombre fungen como tales, sin ellos, la rueda no habría girado, son indispensables, únicos y diferentes, y si se mueven a la orilla, ha sido únicamente para tomarnos de la mano para ayudarnos a cruzar el camino. Muchas Gracias a todos ellos, muchas gracias a mi Maestra.