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Un buen amigo, que te conoce desde hace años, te recordará el mejor cumpleaños y la peor borrachera. Y tendrá una opinión de ti en base a tus acciones. Ése cúmulo de experiencias y recuerdos, juegan a tu favor y en tu contra. Porque obviamente, tus actos en ocasiones aportan cosas buenas y en otras, nacen meramente del egoismo. Entonces, si hasta celularmente nos renovamos, ¿Acaso seguimos siendo los mismos a través de los años?.
Las redes sociales aportan un reto en ese aspecto, ya que un tweet tiene la capacidad de destruir la reputación en segundos, es decir que con 120 carácteres, el internet nos ha hecho creer que podemos emitir un juicio sobre el carácter de una persona y tener la capacidad de definirla.
Lo anterior, dista mucho de la realidad, las personas si mantenemos costumbres, pero un maestro, un libro, una experiencia; nos cambia la perspectiva y nos va convirtiendo en algo que no sabemos si será mejor o peor, para nosotros y los demás. Eso solo el tiempo lo dirá.
Lo cierto es que la complejidad evolutiva de un ser humano, dificilmente podrá ser definida en un solo tweet y las redes sociales como cualquier otra actividad humana, necesitan experiencia, formación y educación para poder ser utilizadas como instrumentos de valor y aportación cultural.
Empecemos pues, con el simple acto rebelde de decir: ésta voz, es mi voz. Ideario