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Una cortada que no dejar ver lo profundo, pero siempre dejará cicatriz. Así se siente la película de Ricardo Silva.
Originario de Guanajuato, y traído a Tijuana como muchos de nosotros, nos muestra lo que vemos día a día a través del cristal del vehículo y que preferimos ignorar. Aquellos caídos que algunas fueron ángeles tal vez y otros que aún pretenden serlo en su propio mundo inventado.
Ésta película la encontré en MUBI, y está a siete días de ser removida de la lista. Tenía meses sino años esperando encontrar algún remanso en donde descansar mis ojos para ver un poco más que señores de 40 vestidos en mallones.
Podría decir que es la primera vez que veo etnoficción, pero no es cierto, todos tenemos ese amigo o familiar que actúa, se comporta y habla diferente cuando tiene una cámara enfrente y sabe que lo están grabando. Hace poco vi una etnoficción, donde un oficial de policía detuvo a un malandro y empezó a recitarle sus derechos constitucionales cuando vio la cámara del noticiero de la tarde. Creo que Ricardo nos trae un poco de eso, mejor armado, con buen sonido y bien editado.